Y no puedes imaginarte lo vulnerable que eres, y solo eres el recuerdo de esta foto... nunca imaginastes que serías tú.

jueves, 25 de marzo de 2010


Todas y cada una de las personas que han habitado, habitan o habitarán en este planeta tienen su propia canción. No es una canción escrita por otra persona. Es una canción con su propia melodía y su propia letra. Son pocos los que llegan a cantar su propia canción. La mayoría tememos que nuestra voz no le haga justicia, o que nuestras palabras sean demasiado tontas o demasiado honestas, o demasiado raras. Así que la gente acaba viviendo las canciones de los demás en lugar de cantar la suya propia.
Neil Gaiman

martes, 16 de marzo de 2010


"En realidad, no tengo nada que hacer en ninguna parte. Pero el último lugar donde puedo estar es aquí."

Haruki Murakami.

Pero siguió viviendo , leyó sus libros, estudió sus asignaturas, tomó tranvías, pidió el café muy cargado o poco cargando, sonriendo incluso-¿sonriendo?- a la muchacha de azul de la cafetería, y un día descubrió que estaba sordo de más adentro de los oídos, sordo para sí mismo. No se oía vivir.Eso era todo.

Francisco Umbral.

lunes, 15 de marzo de 2010




Y su aliento era tan agrio como una boca de tormenta...



( Mario Benedetti)

sábado, 6 de marzo de 2010


Frescor de los vidrios al apoyar la frente en la ventana. Luces trasnochadas que al apagarse nos dejan todavía más solos. Telaraña que los alambres tejen sobre las azoteas. Trote hueco de los jamelgos que pasan y nos emocionan sin razón.
¿A qué nos hace recordar el aullido de los gatos en celo, y cuál será la intención de los papeles que se arrastran en los patios vacíos?
Hora en que los muebles viejos aprovechan para sacarse las mentiras, y en que las cañerías tienen gritos estrangulados, como si se asfixiaran dentro de las paredes.
A veces se piensa, al dar vuelta la llave de la electricidad, en el espanto que sentirán las sombras, y quisiéramos avisarles para que tuvieran tiempo de acurrucarse en los rincones. Y a veces las cruces de los postes telefónicos, sobre las azoteas, tienen algo de siniestro y uno quisiera rozarse a las paredes, como un gato o como un ladrón.
Noches en las que desearíamos que nos pasaran la mano por el lomo, y en las que súbitamente se comprende que no hay ternura comparable a la de acariciar algo que duerme.

Oliverio Girondo

martes, 2 de marzo de 2010




De pronto vuelvo
a la noche
con mis zapatos de agua.

(…)

Pero séque de pronto
me vuelvo inaccesible
y vuelvo a ser silencio
y llama oscura,donde mi barco
se escapa de tu orilla.

Mía Gallegos

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