Presos los dos de aquel imposible decoro adolescente,ni yo me sonrojé ni usted tampoco hizo nada por llamarse al orden cuando después de las risas y las aceitunas rellenas,
habiéndonos lubricado previamente el oído
con una minuciosa lista de vicios sexuales,
fuimos al amor como quien va al estanco de los primeros cigarrillos.
Almudena Guzmán.
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